Estaciones en Maine
Cuando los veraneantes y los observadores de hojas vuelven a casa, el invierno nos muestra una cara de Maine que no debe perderse. Quienes escuchan la tranquila llamada de los bosques y campos nevados saben que el invierno es el secreto mejor guardado de Maine. Los habitantes de Maine son conocidos por su resistencia, pero en realidad sabemos divertirnos en la nieve.
Luego llega la primavera: botas embarradas, sirope de arce, delicados capullos y el primer brote de verdor que vuelve a los bosques. Los ríos se llenan de agua de deshielo y las ciudades costeras se sacuden el sueño mientras los pescadores preparan sus barcos y los jardines botánicos vuelven a la vida.
El verano en Maine trae días largos y el tipo de luz que perdura más allá de la hora de acostarse. Es el momento en que la costa se anima con los navegantes y los bañistas que buscan las mejores playas. Es cuando los lagos de montaña brillan con sus remos y balas de cañón y cada día parece acabar con un helado hecho en Maine.
El otoño ralentiza el ritmo y hace arder las colinas con su follaje otoñal. Los mercados agrícolas rebosan de manzanas crujientes y productos artesanales, y los recorridos panorámicos por sinuosas carreteras secundarias revelan escenas de postal a la vuelta de cada curva.
Sea cual sea la estación, Maine le invita a vivir según sus ritmos, a saborear lo mejor de la naturaleza.
Aire fresco. Aventuras frescas. En cada estación.
Pequeños momentos y placeres sencillos...
